
LA SINGULARIDAD DEL COBRE
Según la leyenda, el cobre fue descubierto por Ciniras hijo de Agriopas, en Chipre, o por Ionos Rey de Tesalia. En Roma se conservan vestigios de la importancia que tuvo el cobre en la antigüedad. la mayoría de los objetos de culto eran de cobre.
Metal duro, brilante, tenaz, muy maleable de color rojo amarillento , el que ya figuraba entre los siete metales conocidos de los antiguos. Precisamente, para los antiguos, Venus engendraba el cobre. Es tal la importancia del cobre desde la antigüedad que ya se menciona en el Antiguo Testamento llamándolo Nehósheth, de Nohásh, es la traducción de los Setenta chalkos y el la Vulgata aes. las primeras noticias relativas al aes, se encuentran en el segundo libro de Moisés, capitulo 27 y 30 «Cornua autem per quator angulos ex ipso erunt; et operies ilud aere ( y de el saldrán unos remates a las cuatro esquinas, y lo cubrirás de cobre). En Egipto corresponden a la edad del cobre las sepulturas descubiertas en Nagada y Ballas que se refieren al 4º o 5º millar antes de J.C. pero todavía el Cetro de Pepi l era de de cobre.
En el siglo X el valor del cobre era tal, que con siete peniques se podían comprar 60 libras de trigo. Los albañiles de la catedral de Müster cobraban de uno y medio a dos peniques al día.
Los más destacados maestros de obras y arquitectos ancestrales han sabido ver que el hoy histórico y noble metal ensalzaría sus majestuosas edificaciones, haciéndolas perdurar protegiéndolas por siglos . Eligieron el cobre con sabiduría, pues a buen seguro que veían en él no solo su atractivo, su sobriedad, sino que el metal presumiblemente más duradero que tenían al alcance, sustituto nada menos que del oro, o la plata. Lo eligieron sobre todo para coronar singulares cubiertas y esbeltas cúpulas ornamentadas que en la actualidad ofrecen esa belleza, belleza inigualable inimitable por cualquier otro material, esplendor sumado a infinita durabilidad. Tiene esa generosidad el cobre de reflejar las tonalidades circundantes dentro de su escrupuloso cartel de coloridos propios que va adquiriendo a diario.
«la libertad iluminando al mundo» la Estatua de la libertad, uno de los monumentos más famosos diseñado por Bartholdi estructurado por Gustave Eiffel, está vestida de cobre. De esa vestimenta se encargó Eugéne Viollet, el fue quién rebuscó en los diferentes tipos de cobre para su aplicación en el histórico monumento.
Después de leer el preludio , podría a cualquiera, dar la sensación de que , pensar en el cobre como para cubrir una construcción actual, se sale del alcance. Pues no, no es inalcanzable, evidentemente difiere mucho en precio de los materiales tradicionales. Conscientes de que muchas veces se rebusca entre los materiales más novedosos y que valen una pasta para significar envidiosas algunas edificaciones, se deja un poco de lado la cubierta o se pone en ella menos empeño sin tener en cuenta de que el último tramo de cualquier edificación es la cubierta. Hacia la cubierta se terminan dirigiendo todas las miradas, no solo eso, es la que de perpetuo va a cobijar el edificio sea cual sea. Por tanto, la cubierta debería ir en armonía con el resto de materiales que se empleen vistos, no solo eso, ha de superar la cubierta la calidad de cualesquiera de los materiales que se empleen en la construcción.
El cobre, metal noble, a priori más caro que otros materiales al uso, se puede valorar para hacer una cubierta. Se dan infinitos casos en los que soluciones aparentemente más económicas terminan siendo sustantivamente más caras, incluso disfuncionales, lo que significa mucho más caras aún. Hay que decir que una cubierta de cobre ,realizada por expertos , tiene todas las garantías de durabilidad, pero para su lucimiento requiere de que la edificación ofrezca cierta singularidad. Definitivamente cualquier cubierta de cobre, además de ofrecer una belleza inigualable, se irá sumando a las majestuosidades ya existentes.
La chapa de cobre, de un inicio brillante que roza lo escandaloso , pronto se va enrareciendo, tornado en una paleta de coloridos indescriptibles e irrepetibles ya que día a día va adquiriendo nuevas y diversas tonalidades que responden a la luz solar según la intensidad con la que le impacte. En un breve espacio de contemplación, el cobre, puede ofrecernos multitud de coloridos abstractos, distorsionados que enganchan la curiosidad de los más exigentes.
Hay que destacar que el cobre es un metal generoso, noble, maleable, se deja trabajar. Él, es servido principalmente en bobinas laminadas en determinados grosores. Para su aplicación todo depende de la mano del hombre, el hombre que lo tiene que tratar como él se muestra, mimándolo, trabajándolo con especial profesionalidad, buscando las formas más idóneas para que termine ofreciendo todo su esplendor.
Lo que no pasa con otros materiales. Ya empieza a llamar la atención el soporte,


comienzan a surgir las primeras dudas, un entablado de madera en una cubierta llama mucho la atención, hasta el punto de que algunos opinan que es el material definitivo. El caos llega cuando se empieza a ver el cobre, muchos no saben ni lo que es, o no se atreven a identificarlo. Algo que brilla tanto en un tejado….. y así. los más curiosos van siguiendo la obra a ver que resulta, no pierden detalle haciendo un seguimiento diario. Día a día van viendo que la cubierta cambia de color . Una vez que el cobre instalado comienza el espectáculo, todo comienza por las miradas populistas que se atreven a las opiniones más diversas, y a las preguntas más inverosímiles. ¿Ese qué material será?, Parece cobre, pero no será porque es muy caro. y ¿Qué le pondrán por encima?o también, algunos no saben que hacer con los cuartos….. hoy ponen una cosa y a los dos días la cambian. Comentarios de estos los hemos podido escuchar cuando hacemos este tipo de trabajos.
Así va pasando el tiempo, mudándose el cobre a diario con diferentes tonalidades,



desiguales dependiendo de la hora o momento en que se mire, ofreciendo su espectacular belleza, cautivando y endulzando las miradas de propios y extraños. Así irá permaneciendo en el tiempo hasta llegar a interminable vejez vistiéndose de definitivo verde intenso.
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