Cobre eterno, soportes efímeros

 Autor: Manuel Álvarez

Abstract

Copper roofing stands as an unparalleled material, combining aesthetic elegance with extraordinary durability. Its unique properties allow it to change color over time without losing its essential identity, evolving from a natural hue to deep black and ultimately reaching the exclusive bluish-green patina only copper can offer. However, even this noble metal can fail spectacularly—not due to its own limitations, but due to inadequate planning, poor craftsmanship, or unsuitable supporting structures.

This article examines common failures in copper roofing, highlighting the critical importance of the support system. It addresses the misuse of prefabricated or sandwich panels as direct supports, the ironic reliance on protective membranes “just in case” the copper fails, and the resulting structural degradation caused by trapped moisture. Through real-life examples, including interventions on seemingly flawless roofs, it illustrates how even the highest-quality copper installation can be compromised by human error.

Ultimately, the discussion underscores a central truth: copper itself does not fail—human ignorance, oversight, and misapplication do. The article aims to provide insight for architects, engineers, and craftsmen, emphasizing that understanding material properties and proper installation practices is essential to preserve both the functionality and aesthetic integrity of copper roofs.


1. La inigualable nobleza del cobre

Sin lugar a dudas, y sin desmerecer a otros metales que pueden emplearse en cubiertas, el cobre es inigualable. Ofrece una belleza singular, acompañada de una durabilidad que roza lo eterno. Sus propiedades permiten que cambie de tonalidad con el tiempo sin perder ni un ápice de su identidad.

La cubierta de cobre es inconfundible: comienza con un tono natural que se oscurece hacia un negro profundo y, con el tiempo, evoluciona hasta la exclusiva pátina azul verdosa. Además, su maleabilidad permite al instalador trabajarla con libertad e intuición, sin riesgos significativos.

Trabajar con cobre es comparable a confeccionar un traje a medida con el mejor paño: requiere oficio, precisión y gusto. Cada pliegue, cada unión, cada detalle cuenta. La cubierta de cobre debe ser un deleite visual, un logro estético que combine armonía, proporción y técnica.


2. Cubiertas singulares y exigencias de diseño

Durante décadas, la chapa de cobre se ha reservado para edificaciones singulares, donde proyectistas y propietarios buscan originalidad y distinción. Su instalación exige dedicación para que armonice con el resto de la construcción. Una cubierta de cobre nunca es una elección mediocre: siempre es un símbolo de nobleza y calidad superior.

Con todas estas virtudes, parece imposible que una cubierta de cobre falle. Resulta casi blasfemo imaginar que pueda deteriorarse hasta el punto de requerir su retirada. Sin embargo, sucede con frecuencia. Si el cobre es el metal más resistente, ¿qué podría causar tal situación? La respuesta es clara: errores humanos en planificación y ejecución.


3. Ironías del soporte: el verdadero talón de Aquiles

A veces ocurre lo más absurdo: la cubierta funciona perfectamente… y aun así se exige retirarla. Ahí es cuando el ingenio humano alcanza niveles insospechados de creatividad burocrática.

Recordemos: la cubierta cubre, pero depende del soporte, y este de la estructura. Si falla el soporte, falla todo. El cobre, noble y resistente, no puede compensar un soporte inadecuado.

Desgraciadamente, aún hoy se proyectan cubiertas sobre soportes ridículos: tableros prefabricados, sándwiches hidrófugos… sistemas que desafían la lógica y la física elemental. Y, por supuesto, alguien aprobó esta “ingeniosa” solución.

Usar un material tan noble como el cobre sobre un tablero precario es casi un insulto a la inteligencia. La historia lo demuestra: las cubiertas de cobre antiguas se apoyaban sobre madera maciza y duraron siglos.


4. La tragedia de la humedad atrapada

Peor aún es la famosa lámina protectora colocada “por si acaso” el cobre falla. En otras palabras, se confía más en un plástico que en el metal más noble conocido por la humanidad. La humedad atrapada entre la lámina y el tablero termina pudriendo el soporte, reduciéndolo a serrín.

Cuando el tablero se degrada, la chapa de cobre pierde fijación, la cubierta se desplaza y los elementos de fijación desaparecen. Así, incluso la cubierta más perfecta puede fallar estrepitosamente por errores humanos.


5. Experiencias reales y soluciones eficaces

Esto no es teoría: hace poco retiramos una cubierta de cobre aparentemente intacta. No mostraba humedad ni señales externas de deterioro, pero estaba al borde del desastre. Fue necesario planificar meticulosamente la intervención: retirada completa de la chapa y el tablero, instalación de una nueva capa de soporte y entablado de madera de pino sobre rastreles. Sobre este entablado, sin artificios, se colocó directamente la chapa de cobre.


6. Conclusión: la nobleza del cobre frente a la ignorancia humana

El cobre puede ser eterno, bello y noble… pero solo si quienes lo instalan y soportan su trabajo saben lo que hacen. La arrogancia, la ignorancia y la improvisación son los verdaderos enemigos del metal más resistente que la humanidad ha conocido.

Fundamentos Físico-Químicos del Comportamiento del Zinc en Cubiertas

Por Manuel Álvarez


Introducción

La instalación de cubiertas metálicas, y en particular de zinc, no es un juego de adivinanzas (aunque algunos lo traten como tal). La física estudia fenómenos universales como la gravedad y la vaporización; la química analiza cómo interactúan los materiales. Sorprendentemente, muchos instaladores modernos parecen creer que el zinc tiene un pacto secreto con el universo para ignorar estas leyes (y, al parecer, la física no les envió la invitación).

El zinc es anfótero y posee un potencial de hidrógeno de –0,76 V. Algunos lo tratan como un superhéroe: inmune a la corrosión, indestructible, eternamente flexible. Los resultados son previsibles: deformaciones, filtraciones y corrosión, exhibidas con orgullo como si fueran diseño de vanguardia (aunque el metal probablemente se ría a escondidas).

Este artículo no pretende enseñar a montar cubiertas (eso sería demasiado indulgente). Su objetivo es recordar que el zinc tiene reglas, y castigará con precisión quirúrgica a quien las ignore (y no aceptará excusas sobre la “mala suerte”).


1. Magnitudes y Leyes Físicas

Una magnitud es algo que puede aumentar o disminuir. Sí, algo tan simple que algunos lo ignoran alegremente (y luego se sorprenden de que las chapas no se comporten como juguetes).

Una ley física relaciona magnitudes. Ignorarla produce resultados inesperados: chapas dobladas, juntas levantadas y muchos comentarios del tipo “¿por qué pasó esto?”. Spoiler: porque existen leyes físicas (y el zinc no participa en milagros).


2. Elasticidad y Tenacidad

2.1 Elasticidad

La elasticidad es la capacidad de un cuerpo de recuperar su forma tras deformarse. Algunos creen que el zinc es tan flexible como su ego. No lo es.

2.2 Elasticidad de tracción

l=FL/ES  donde E=FL/Sl

es el coeficiente de elasticidad. Ignóralo y disfrutarás del espectáculo: chapas torcidas que parecen modernas esculturas abstractas (aparentemente, la estética contemporánea se inventa en obra).

2.3 Coeficiente de rotura

El coeficiente de rotura indica la fuerza necesaria para romper una barra de 1 mm². Muchos se sorprenden cuando el zinc cede bajo presión: “¡pero yo no lo toqué!” Sí, lo tocó… la física (y esta no se impresiona por títulos ni experiencia autodidacta).


3. Comportamiento de los Gases

  • Ley de Boyle: a presión constante, el volumen de un gas varía inversamente a su presión. Sorprendentemente, algunos lo ignoran y se maravillan cuando aparecen burbujas y deformaciones (como si fueran fuegos artificiales inesperados).

  • Difusión y disolución: los gases se mueven y se disuelven según sus propias reglas. Ignorarlo no hace que dejen de moverse.

El resultado: gases que se liberan, humedad que se acumula y técnicos que buscan culpables imaginarios (el zinc permanece inocente).


4. Calor y Dilatación

  • Los sólidos se dilatan al calentarse; los gases aumentan su presión si no pueden expandirse.

  • Bola de cobre y anillo: si no se calientan juntos, no pasa. Muchos creen que el zinc “se adapta solo” al sol o al frío: el metal se ríe de ustedes con cada chapa doblada (un aplauso para la ironía del metal).

  • Los que ignoran estas reglas pronto descubren que el zinc no coopera con improvisaciones artísticas (sí, la ciencia no hace excepciones).


5. Calorías y Calor Específico

  • Una caloría eleva 1 g de agua 1 °C.

  • El calor específico del zinc rara vez se respeta. La dilatación ocurre, los instaladores se sorprenden. ¿Casualidad? No, física básica (aunque algunos todavía culpen al viento o al destino).


6. Fusión y Solidificación

  • La fusión convierte sólido en líquido sin aumentar temperatura.

  • Ignorar esto genera deformaciones térmicas. Muchos instalan zinc pensando que puede “acomodarse” al sol: el zinc se encoge de hombros y se dobla donde quiera (el metal tiene mejores modales que los instaladores).

  • Algunos creen que la fusión es opcional. La naturaleza se ríe; el zinc también.


7. Evaporación y Humedad

  • La humedad se deposita sobre cuerpos fríos en atmósferas saturadas.

  • Los improvisados instalan cubiertas que parecen diseñadas para atraer condensación y cristales de hielo (arte involuntario de la ignorancia).

  • Vidrios cubiertos de hielo y goteras no son accidentes; son lecciones de ciencia aplicada, ignoradas con alegre desprecio (el zinc es pedagogo silencioso).


Conclusión

El zinc no es mágico, pero sí implacable. Se comporta exactamente según las leyes físicas y químicas, mientras los improvisados se lamentan y culpan al clima, al diseño o al azar.

Moraleja: el zinc no perdona la ignorancia, pero sí la ironía. Cada deformación, cada filtración, es un recordatorio de que la ciencia existe y que el metal sabe reírse de la incompetencia humana (y lo hace con exquisita elegancia).

LOS TABLEROS SÁNDWICH EN CUBIERTAS

 ¿elementos estructurales o soluciones de compromiso?

Introducción
El uso de tableros sándwich como soporte de cubiertas se ha generalizado en las últimas décadas. Se presentan en el mercado como elementos estructurales fiables, capaces de cumplir simultáneamente funciones de cerramiento, aislamiento y resistencia. Sin embargo, la realidad práctica y los ensayos de comportamiento realizados a lo largo de los años demuestran que no son tan seguros como parecen.

El objetivo de este artículo es exponer, desde la experiencia directa y el análisis técnico, las limitaciones que presentan estos paneles y los riesgos derivados de su empleo como portantes principales en sistemas de cubierta.

Composición y proceso de fabricación
El panel sándwich está compuesto por tres capas:
1. Tablero interior.
2. Núcleo aislante rígido.
3. Tablero exterior, sobre el que se coloca el paquete de cubierta (láminas, impermeabilización y material de cobertura).

Su fabricación se basa en la adhesión de los tableros al aislante mediante colas aplicadas en forma de riego. Una vez sometido a presión y secado, el panel queda listo para su comercialización. La misión de la cola es únicamente unir las capas, no conferirles un comportamiento estructural conjunto.

Limitaciones mecánicas y de diseño
Aunque ambos tableros son de madera o derivados, no suelen tener la misma calidad ni están expuestos a las mismas condiciones:
– El tablero interior se proyecta hacia el espacio habitable.
– El tablero exterior queda expuesto a la intemperie, sometido a tensiones higrotérmicas y atmosféricas mucho más severas.

Esto genera tensiones desiguales, ya que las capas trabajan en atmósferas distintas y no forman una unidad estructural real. Con el tiempo, estas diferencias provocan deformaciones, desprendimientos e incluso fallos en las fijaciones.

Problemas de fijación en obra
Uno de los puntos críticos es el anclaje del panel a la estructura portante:
– En estructuras de madera, los tornillos suelen cizallarse con facilidad, dejando el tablero suelto.
– En estructuras metálicas, la situación es aún peor: los tornillos autotaladrantes sufren sobrecalentamiento al penetrar el acero, lo que los destempla y reduce drásticamente su resistencia mecánica.

El resultado es una fijación vulnerable que compromete la estabilidad de toda la cubierta.

Vulnerabilidad frente a agentes biológicos
El núcleo aislante y los tableros no están exentos de degradación biológica. En la práctica, se han detectado ataques de insectos al aislamiento y presencia de larvas en tableros degradados. Estos procesos reducen la capacidad portante del conjunto y aceleran el deterioro del sistema.

 

Errores de instalación fomentados por los fabricantes
Con frecuencia, los propios fabricantes recomiendan la colocación de una lámina directamente sobre el tablero. Esta práctica, lejos de proteger al material, se convierte en un factor letal, ya que atrapa la humedad y agrava los procesos de degradación.

Conclusión crítica
El panel sándwich, lejos de constituir un sistema estructural seguro, debe entenderse únicamente como un elemento de cerramiento auxiliar. Su función principal es la de aislamiento y soporte secundario, pero no la de portante principal de la cubierta.

Quien lo prescriba o lo instale como tal debe ser consciente de que:
– Su comportamiento estructural es deficiente por la falta de homogeneidad entre capas.
– Sus fijaciones son frágiles y susceptibles de fallo prematuro.
– Es vulnerable frente a agentes biológicos y a las tensiones diferenciales entre interior y exterior.

La crítica aquí planteada no busca destruir, sino aportar una visión científica y basada en la experiencia para evitar riesgos mayores en la edificación.

Porque, ante la duda, siempre cabe la posibilidad de confeccionar el sándwich in situ: sin mantequilla que una los panes y sin papel cebolla que lo proteja.

Manuel Álvarez Sandez.

Nota: Este artículo es original e inédito, elaborado íntegramente por el autor sin recurrir a fuentes externas. Tanto el texto como las imágenes están protegidas por derechos de autor, conforme a lay de Propiedad Intelectual (Real Decreto legislativo 1/1996 y sus modificaciones). Queda prohibida su reproducción, distribución o comunicación pública, total o parcial, sin la autorización expresa por escrito del autor.

Hormigas, sándwiches y líneas de vida: crónicas de una ruina anunciada

Tablero que forma parte del Sándwich totalmente descompuesto.

 Introducción: La serendipia de la cubierta

Uno acude a una cubierta de cobre para investigar un deslizamiento y, de pronto, se encuentra con un zoológico inesperado. El aislamiento rígido de panel sándwich estaba, en muchas zonas, perforado y colonizado por hormigas organizadas como ingenieras de obra alternativa. El cobre, por su parte, se desplazaba libremente. La línea de vida dependía de un tablero que se deshacía como un castillo de arena tras la marea.

“Bienvenidos al mundo donde la teoría constructiva y la realidad se dan un choque brutal. Las imágenes que acompañan este artículo hablan por sí solas.”

1.  El sándwich que se deshace: cuando la idea se encuentra con la física
“El pan mojado nunca sostuvo un sándwich perfecto”

El panel sándwich parecía elegante: tablero prefabricado por la parte interior, de esos que uno mira y piensa “qué maravilla”; núcleo de aislamiento rígido de la mejor calidad y 12 cm de grosor; tablero exterior prefabricado, la puñetera lámina nodular y cobre. Todo autoportante y listo para la eternidad… o al menos eso prometían los catálogos llenos de características técnicas, certificados y literatura propagandística. A priori, la cubierta no podría ser superada en calidad ni en precio.

La realidad fue otra: una auténtica asquerosidad. La lámina nodular bloqueó ventilación y retuvo humedad, acelerando la degradación del tablero exterior. El aislamiento quedó expuesto y colonizado por fauna local.

“Cuando uno intenta hacer todo bien, termina creando un Frankenstein de materiales: rígido por fuera, frágil por dentro y atractivo para insectos y curiosos.”

Muy ilustrativo: Chapa de cobre, lámina, tablero y núcleo aislante.
Legión de hormigas realizando su trabajo de minería
Visión clara del trabajo destructor de las hormigas en el aislamiento

2. El cobre que se va de excursión: libertad metálica
“Cobre vagabundo: de la rigidez a la independencia”

Las grapas, sin soporte, dejaron de sujetar nada. El cobre comenzó a desplazarse obedeciendo solo a la gravedad y a su ansia de independencia territorial. Lo que debía ser una cubierta estable se convirtió en un suelo flotante, donde un paso podía generar un efecto dominó digno de un truco de magia.

“El cobre parecía estar haciendo un tour libre sobre un sándwich fallido. Todo un espectáculo, si no fuera peligroso.”
(foto del cobre deslizándose)

3. La invasión biológica: hormigas, pequeñas arquitectas
“Cuando los insectos toman la obra por su cuenta”

El núcleo de aislamiento estaba perforado en su mayoría y colonizado por hormigas. Este fenómeno no es anecdótico: los insectos perforaban y degradaban el aislamiento rígido del sándwich con eficiencia militar. Se sospecha que ratones podrían participar en degradaciones similares, haciendo que estos sistemas prefabricados sean un festín para fauna indeseada.

“Ni normativa ni manual contemplan un ejército de hormigas poniendo en evidencia la fragilidad de los materiales industriales. Y sin embargo, ahí están.”

Otra secuencia del trabajo de las hormigas
Incesante trabajo. seres tan diminutos que son capaces de arruinar una sólida construcción humana
Parece un trabajo de ingeniería
Tablero Sándwich descompuesto bajo la lámina magistral
¿Que seguridad aporta este anclaje de línea de vida?
Anclajes que se han levantado a mínimo esfuerzo manual

4. Lámina nodular: la cómplice silenciosa
“La heroína que terminó villana”

La lámina nodular, esa que tanto se estima, casi se venera, debía proteger y mejorar el comportamiento higrométrico. Sin embargo, impidió ventilación, favoreciendo la acumulación de humedad entre el tablero y el aislamiento, y así se destruyó.

“La lámina, en vez de heroína, se convirtió en cómplice silenciosa de la ruina. Todo un recordatorio de que la buena intención no siempre coincide con la física real.”

5. Seguridad en falso: la línea de vida como teatro de sombras
“Confía tu vida a un tablero y cruza los dedos”

La línea de vida estaba anclada al tablero exterior degradado. Los pernos, a poco más de dos meses de inspección, estaban corroídos y sin capacidad de carga.

“Nada como confiar la vida de un operario a un anclaje en descomposición. Mejor encomendarse a la suerte.”

Esto demuestra que la seguridad en cubiertas muchas veces es más teórica que real.

Sobran comentarios, solo añadir, que en los tiempos que corren, con tanto ilustrado de la construcción, con tanta normativa, tanto D.I.T. ¿Como pueden suceder estos fenómenos ?

6. Conclusiones: lecciones periciales y advertencias

– “No mezclar funciones: el funambulista con violín”
– “Hormigas y humedad: alianza implacable”
– “Líneas de vida sobre tablero susceptible de descomponerse: ironía mortal”

1. Vulnerabilidad sistémica: Pedir a un panel que cumpla funciones estructurales, aislantes y de soporte de cobertura es como pedirle a un funambulista que toque el violín mientras cruza la cuerda: puede salir bien un tiempo… hasta que no.
2. Agentes patológicos: Hormigas y potencialmente roedores comprometen materiales aparentemente inalterables.
3. Seguridad laboral comprometida: Anclar líneas de vida a materiales degradables es un error potencialmente letal.
4. Revisión de protocolos: Independencia de funciones de materiales y revisiones frente a degradación biológica y física.
5. Advertencia pericial: Este caso no es anecdótico: sistemas constructivos modernos pueden convertirse en trampas mortales si se subestiman factores naturales y humanos.

Epílogo irónico

Lo que comenzó como un peritaje rutinario terminó siendo una lección magistral de cómo la física, la biología y la ingeniería pueden conspirar en nuestra contra. Los sándwiches pueden ser prácticos, el cobre elegante y la lámina nodular moderna… pero cuando las hormigas y la humedad deciden tomar partido, todo puede terminar en desastre.

” Mientras tanto, los humanos seguimos aprendiendo, tarde y a veces con miedo, lo que los insectos ya sabían desde hace siglos: el tablero sándwich no es invencible, ni tan eficaz como lo pintan, y ahí lo dejo.”

Aunque lo más sorprendente fueron las hormigas, que obligan a cuestionar la eficacia del aislamiento, el punto de partida de la ruina estuvo en la elección del sándwich y en la lámina. Se trata de un Spa, donde el grado de humedad es elevado, el vapor constante y no todos los tableros prefabricados son aptos para estas condiciones. Si a esto se suma una lámina envolvente que se suponía permeable al vapor, la ruina estaba asegurada: bastaron dos años para evidenciar los fallos y seis para urgir su retirada inmediata.

Finalmente, la cubierta se saneó utilizando un sistema tradicional, preservando la estructura y garantizando su estabilidad. Esta experiencia demuestra que incluso los materiales de última generación pueden fallar… especialmente cuando los agentes naturales deciden organizarse mejor que los humanos.

Manuel Álvarez Sandez.

Nota: Este artículo es original e inédito, elaborado íntegramente por el autor sin recurrir a fuentes externas. Tanto el texto como las imágenes están protegidas por derechos de autor, conforme a lay de Propiedad Intelectual (Real Decreto legislativo 1/1996 y sus modificaciones). Queda prohibida su reproducción, distribución o comunicación pública, total o parcial, sin la autorización expresa por escrito del autor.

Cubiertas metálicas: lo que nadie se atreve a decir.

Reflexiones basadas en más de cuarenta años de experiencia directa, observación empírica y ciencia forense

Chapa de zinc puesta directamente sobre tabla de pino y papel de estraza

Las cubiertas metálicas están acusando muchos problemas, sobre todo las de zinc, un poco menos las de cobre y las de plomo. Todas las investigaciones que he realizado me llevan a la conclusión de que no es culpa de los elementos finales (los metales), sino de los complementos, es decir, de los soportes. Los soportes como tableros y el abuso de láminas son los principales responsables.

Antiguamente, las cubiertas se realizaban con métodos ancestrales pero eficaces, lo que nos permite hoy observar cubiertas con muchos años de funcionamiento. Esto demuestra que el material es duradero. Por el contrario, las cubiertas modernas, hechas según recomendaciones de vendedores con tableros, barreras de vapor y láminas, terminan siendo ruinosas. El zinc, en particular, no necesita nada más que un soporte compatible y una instalación eficiente.

Resulta curioso que los facultativos a la hora de prescribir, se repitan refiriéndose al capítulo de cubiertas como un “copia y pega”. Sobre las características del metal, que es lo realmente importante, casi no hablan, más allá de grosor, color y tipo de instalación. Sin embargo, al referirse a las láminas lo hacen con todo lujo de detalles, portando más literatura que una sentencia judicial, que podría considerarse la que llevara la cubierta a la ruina. Este hecho, irónico y a la vez revelador, muestra cómo se pasa por alto el material principal mientras se incide en elementos que conducen al desastre.

Las láminas, a menudo recomendadas directamente sobre tableros prefabricados, quedan atrapadas entre el tablero y la chapa de zinc. El vapor generado en la vivienda atraviesa los tableros por uniones o intersticios y queda atrapado, formando pequeñas gotitas que se depositan en la madera, generando putrefacción. Incluso con un forjado de hormigón, la humedad de obra queda custodiada entre la lámina y el hormigón, sumándose al vapor generado por la vivienda.

Además, estas láminas de polietileno, con la dilatación del zinc, crean bolsas de aire perpetuas que favorecen la formación de pilas electroquímicas entre grapas, zinc y tablero, acelerando la corrosión. La ciencia forense permite detectar estas primeras fases, pero el ojo humano solo lo percibe cuando la ruina ya es evidente.

En conclusión, para que una cubierta funcione correctamente solo se necesita un soporte compatible y una instalación eficiente. Las láminas, lejos de proteger, suelen ser las culpables de los problemas, enmascarando humedades hasta que es demasiado tarde.

Manuel Álvarez

Fallos precoces en cubiertas de zinc: diagnóstico crítico y recomendaciones irónicas

 Resumen

El zinc es un material apreciado durante siglos por su belleza, ductilidad y durabilidad cuando se respeta su comportamiento natural. Sin embargo, algunas cubiertas recientes parecen empeñarse en demostrar que la modernidad y la improvisación pueden superar incluso la corrosión en efectividad destructiva. Este artículo, inédito,  reúne observaciones periciales, análisis físico-químicos y experiencias  prácticas, y propone conclusiones y recomendaciones técnicas, con un tono crítico e irónico frente a las prácticas que condenan al zinc a una ruina prematura.

Palabras clave: cubiertas de zinc, corrosión, patologías constructivas, diagnóstico pericial, errores de diseño, durabilidad.

Abstract.

Zinc has been valued for centuries for ist beauty, ductility, and durability when its natural behavior is respeted. However, some recent roofs seem determined to prove that modernity and improvisatión  can outdo corrosion in destructive effectiveness. This paper compiles forensic observations, physico-chemical analyses, and practical evidence, providing conclusions and technical recomendations. A critical and ironic  tone is adopted to highlight the practices that doom zinc roofs to premature failure.

Keywords

zinc roofing, corrosion building  pathologies, forensic diagnosis,  desing  errors, durability.

 

Introducción

las cubiertas de zinc han adornado edificios históricos y particulares, desde mansardas hasta remates ornamentales. Hoy, sorprendentemente, se observan patologías en cubiertas nuevas que evidencian que la innovación sin criterio puede ser más destructiva que décadas de exposición natural. Los defectos incluyen oxidación localizada, pérdida de espesor, corrosión galvánica en fijaciones, corrosión electrolítica y desprendimiento de chapas por viento. La culpa, según algunos, siempre es de la atmósfera o de la condensación, cuando en realidad el desastre es producto de errores constructivos y prescripciones absurdas.

Este artículo organiza las causas más frecuentes de estas fallas , apoyándose en experiencia forense y principios físico-químicos, y ofrece una guía diagnóstico, ensayos y medidas correctivas, con un toque de ironía sobre las decisiones que llevan a estas catástrofes.

Observaciones recurrentes

De numerosas periciales se repiten patrones que podrían considerarse cómicos si no fueran trágicos:

  • Líneas de humedad coincidentes con juntas de las chapas, como si el agua siguiera con precisión quirúrgica el trazado de las juntas.
  • Corrosión localizada en fijaciones hasta su completa pérdida, demostrando la eficacia destructiva de la incompetencia humana.
  • láminas plásticas  colocadas bajo el zinc sobre tableros prefabricados o paneles sándwich: la prueba de que la innovación no siempre es amiga del sentido común.
  • Deformaciones y pliegues de lámina interior, retención de agua en fijaciones, acelerando el desastre.
  • Fallos progresivos que se extienden por toda la cubierta, como recordatorio de que la improvisación tiene memoria

Causas físicas y químicas

  1. Retención de humedad en fijaciones. La acumulación de agua en zonas perforadas acelera los procesos corrosivos locales, demostrando que el zinc no tolera la negligencia humana.
  2. Interacción con láminas y tableros inadecuados. la combinación de láminas plásticas y soportes tipo sándwich crean condiciones de degradación acelerada, un auténtico experimento de laboratorio de mal gusto.
  3. Compatibilidad electroquímica y contaminantes. Materiales incompatibles como aceros, residuos de soldadura o sellantes erróneos fomentan la corrosión
  4. Condensaciones mal gestionadas. Las soluciones de eficiencia energética, interpretadas sin criterio, generan gradientes térmicos y condensaciones localizadas que agravan la degradación, a la que no es ajena los elementos tales como los tableros que se sitúan bajo el zinc.
  5. Errores de diseño y fijaciones. Tornillería inapropiada y masillas como parche post-venta son recetas seguras para el desastre.

Diagnóstico y ensayos recomendados

  1. Inspección o visual y fotográfica sistemática para documentar la tragedia.
  2. Ensayos de humedad local y termografías, pues la humedad siempre deja una firma detectable.
  3. Análisis metalográfico y medición de espesor de la chapa.
  4. Análisis químico de residuos en juntas y fijaciones .
  5. pruebas electroquímicas para confirmar la corrosión galvánica.
  6. Ensayos de permeabilidad de láminas para revelar su capacidad de evacuar el agua.

Recomendaciones de diseño y ejecución

  • Evitar láminas plásticas bajo el zinc salvo justificación técnica contrastada. La improvisación no es excusa.
  • Preferir soportes compatibles como el entablado de madera de pino, porque el zinc merece respeto, no experimentos absurdos
  • Diseñar juntas de evacuación para que el agua no se divierta destruyendo fijaciones.
  • Dimensionar correctamente la longitud de las chapas para evitar roturas por tensión .
  • Tratar los remates mediante plegados, engatillados o engafetados, con negación absoluta al empleo de masillas para hacerlos estancos. Se puede estañar con estaño y buen oficio
  • No abusar de las llamadas grapas fijas, casi mejor prescindir de ellas y emplear exclusivamente grapas móviles. llamadas móviles.
  • Documentar cualquier lámina intermedia con pruebas y ensayos: la ciencia no es opcional.
    En definitiva, basta con utilizar madera de pino como soporte, grapas de fijación móviles con tornillería inoxidable, chapas cortas y remates críticos tratados con estaño. El resultado: economía de medios y una cubierta con garantías realez de durabilidad.

Propuesta de actuación correctiva

  1. Evaluación completa de la cubierta
  2. Desmontaje controlado de áreas dañadas
  3. Sustitución por soporte compatible y reposición de chapa con fijaciones revisadas
  4. Si se mantiene una lámina intermedia, que sea técnicamente justificada.
  5. Ensayos post-venta y plan de mantenimiento documentado para que no vuelva la tragedia.

Consideraciones periciales y jurídicas

Atribuir estos desastres a “condensaciones” o al “viento” demuestra creatividad cuestionable. Una pericia técnica bien fundamentada con ensayos, fotografías y mediciones deja claro que la verdadera culpable es la ignorancia en el diseño y la ejecución.

Conclusión

El zinc es un material magnífico si se le respeta. En cambio, la  falta de juntas de dilatación, fijaciones inadecuadas, remates  estancos con masillas, láminas prefabricadas para tratar juntas de dilatación en canalones, fijaciones mal seleccionadas, entre otros errores, condenan cubiertas a la degradación prematura.

la solución; sentido común, ciencia aplicada y algo de valentía para cuestionar lo que fabricantes y prescriptores presentan como dogma técnico.

Adjunto como anexos algunas imágenes que se repiten en prácticamente en todas las cubiertas que llevo peritado.

Manuel  Álvarez.

Zinc: del oro arquitectónico al chiste de marketing

El zinc ha sido durante décadas un material noble, digno de coronar edificios que aspiraban a la eternidad. Aun hoy sobreviven cubiertas centenarias, recordándonos  que cuando se trabaja con conocimiento y respeto, el zinc es casi inmortal. Los viejos artesanos lo sabían: chapas cortas, juntas con holgura, fijaciones libres y, por supuesto, jamás permitir que el zinc se tocase con hierro, cobre o plomo. Todo se hacía con precisión quirúrgica sobre soportes de madera noble o yeso con capa intermedia de cartón embreado. Era un sistema artesanal, eficiente y, francamente, elegante. Hoy, esas cubiertas centenarias parecen reírse de nosotros, mientras los edificios modernos sufren el síndrome del zinc traicionado: oxidaciones, deformaciones y filtraciones de antología.

 La era del milagro de catalogo

Hace unos 35 anos, el marketing entro en escena con la sutileza de un elefante en una cristalería. El zinc se vendió como “el metal que todo lo puede”, capaz de cubrir cualquier superficie, por retorcida que fuera. Y claro, todos caímos: arquitectos, promotores y facultativos se dejaron convencer por el cuento del superhéroe plateado. Mano de obra cualificada? Décadas de experiencia? No hacía falta: bastaban dos días de cursillo exprés y un par de maquinas milagrosas. Los fabricantes vendían todo: chapas, herramientas, accesorios y hasta aire acondicionado entre chapa y soporte, con su lamina separadora milagrosa. Todo un sistema pensado para que cualquier ignorante se sintiera zinquero profesional. El resultado fue previsible: un mercado sectario, con beneficios colosales y cubiertas condenadas desde el primer día. Pero, oye, las hojas de pedido se firmaban felices.

 Catástrofe programada

Hoy los datos son claros: prácticamente el 100% de las cubiertas instaladas con estos sistemas están dando problemas. Y no problemas simpáticos: hablamos de corrosiones galvánicas, condensaciones internas, chapas alabeadas como acordeones y filtraciones eternas. En resumen: edificios que nacen ruinas, estrenando la primera década con un funeral técnico. Todo esto bendecido por manuales de instalación que parecen redactados por un publicista con delirios de grandeza: mucho brillo, cero eficacia. Chapas larguísimas, soportes incompatibles, laminas separadoras que convierten la humedad en piscina olímpica. Pero todo muy bonito en la foto del catalogo, por supuesto.

 Teatro judicial y silencio cómplices

Cuando los pleitos llegan a los tribunales, se abre el circo: fabricantes culpan a instaladores, instaladores culpan a fabricantes, distribuidores desaparecen como fantasmas y los propietarios observan la ruina con cara de incredulidad. Mientras tanto, el zinc, siempre inocente, paga el pato. Yo mismo he visto peritos subirse a una cubierta sin conocer el coeficiente de dilatación del zinc. Si, en juicio. Dictaminando sobre algo de lo que no saben lo más elemental. Eso no es pericia: es comedia de improvisación profesional. Los fabricantes, claro, destinan más presupuesto a marketing que a ensayos de durabilidad. Y los facultativos miran hacia otro lado: “nos dejamos asesorar por el fabricante”. Traducido: “no tengo ni idea, pero el comercial me dijo que iba bien”.

El remate grotesco

Y aquí llega la joya de la ironía: muchas cubiertas arruinadas se rehacen… con el mismo zinc. Pero -oh, sorpresa!- esta vez prescindiendo de los sistemas modernos que las condenaron, regresando a los métodos ancestrales que funcionaron durante más de un siglo. Y, claro, funciona. Quien lo hubiera dicho! Es como descubrir que el agua moja: todos lo sabíamos, pero parecía que necesitábamos un desastre nacional para recordarlo.

Conclusión: entre el sarcasmo y la evidencia

El zinc sigue siendo noble, generoso y duradero. Lo que falla no es el material, sino nuestra obsesión por reinventar lo obvio con marketing y cursos exprés. Como perito forense, lo digo con todas las letras: el zinc funciona cuando se respeta. Cuando se traiciona su naturaleza, se convierte en espectáculo tragicómico. El colmo final es que seguimos repitiendo errores, pero con un brillo nuevo en el catalogo y la promesa de “material que todo lo puede”. Repetir lo mismo esperando un resultado distinto no es innovación: es estafa técnica. Y un chiste muy caro.

Manuel Álvarez

GENIAL, REPARACIÓN DE CHAPA DE ZINC CON MASILLA Y MANGA PASTELERA.

Cada cierto tiempo aparece en internet algún iluminado que decide enseñar  “como se repara  una cubierta o un remate de zinc… y ahí lo tienes: bote de masilla en mano, sonrisa de tutorial y una buena dosis de cara dura. Si existiera un ranking mundial de las chapuza, esta práctica sería campeona indiscutible.

El zinc no perdona a los incompetentes

El zinc es un material serio, noble y exigente. Se trabaja con plegados, engatillados y estañados. Cuando toca reparar, con soldadura a estaño. ¿Por qué? porque así se garantiza estanqueidad, durabilidad y oficio.

Pero claro, como el estaño requiere de aprender a practicar y dominar la técnica, más de uno se rinde y abre el bote de masilla. Untan como  quien unta mantequilla, solo le falta la manga pastelera, y hala: “Problema solucionado”. Eso sí, hasta que llueve y la cubierta empieza a filtrar  como un colador. Entonces el cliente descubre que ha pagado por una farsa con fecha de caducidad.

Lo que en realidad consigue la masilla

Ocultar la incompetencia

– Acelerar  la ruina de la cubierta : el zinc se mueve, la masilla se raja

– Dar falsa seguridad al propietario, que cree que su problema está resuelto.

– Convertir una avería puntual en un destrozo generalizado.

En resumen: La masilla no repara, la masilla engaña.

Lo peor: se difunde como ejemplo

Y como desfachatez no tienen límites, estas “Obras maestras” de la cutrez se graban, se suben a redes y se difunden con si fuera la panacea. Tutoriales que debería titularse: “Como destrozar una cubierta en 5 minutos”

Rotura en la chapa de zinc
preparación de la pieza de relleno
colocación de la pieza de relleno sobre la masilla
El operario tiene la cara dura de compartir su éxito

¿Y las asociaciones?

Silencio absoluto. Ni un comunicado, ni una denuncia, ni un mísero “esto no se hace” ¿Será que el gremio prefiere mirar hacia otro lado mientras el oficio se degrada con esas aberraciones?

Conclusión ( con toda la crudeza)

La reparación de cubierta o remates de zinc con masilla no es una reparación: es una estafa descarada. Una práctica que degrada el oficio, destroza al material y engaña al cliente.

Quien lo hace carece de escrúpulos, no merece llamarse profesional. y quien lo publica con orgullo debería figurar el el museo universal de la chapuza, con un cartel bien grande: “Ejemplo de lo que jamás debe hacerse”

El zinc se respeta. y respetarlo significa estaño, conocimiento y oficio. Todo lo demás es basura disfrazada de solución.

Manuel Álvarez

Nota: Las imágenes han sido tomadas de la red linkedin: https://www.linkedin.com/feed/update/urn:li:activity:7371407131532550144/?commentUrn=urn%3Ali%3Acomment%3A(ugcPost%3A7371267849677471744%2C7372563375425396736)&dashCommentUrn=urn%3Ali%3Afsd_comment%3A(7372563375425396736%2Curn%3Ali%3AugcPost%3A7371267849677471744)

   

EL ZINC CUBRE VAGONES DE CARGA DESTINADOS A APARTAMENTOS EN LA SIERRA DE MADRID

DE VÍAS A HOGARES: EL ZINC COMO SELLO DE ELEGANCIA EN LA RESTAURACIÓN DE VAGONES DE CARGA

En una finca rodeada de vegetación, a más de mil metros de altitud en la Sierra de Madrid, cinco antiguos vagones de carga ferroviaria están viviendo una segunda vida. Donde antes se transportaban mercancías, pronto se escuchará el murmullo doméstico de quienes habiten unos apartamentos singulares, cargados de historia y carácter. El proyecto no solo recupera un elemento patrimonial industrial, sino que lo reinterpreta para el presente, y lo hace con un material que imprime personalidad y calidad desde la primera mirada: el zinc natural.

EL ZINC: TRADICIÓN CENTENARIA Y MODERNIDAD DISCRETA

El zinc es uno de esos materiales que han sabido ganarse un lugar privilegiado en la arquitectura. Desde los icónicos tejados de París hasta cubiertas y fachadas de vanguardia, ha demostrado una durabilidad excepcional y una estética que envejece con elegancia. Su resistencia a la corrosión, incluso en entornos exigentes, y su capacidad para desarrollar una pátina protectora con el tiempo, lo convierten en una elección técnica impecable.

En este proyecto, el uso del zinc natural no es casual: responde tanto a razones prácticas como estéticas. En plena sierra, con fuertes oscilaciones térmicas y alta humedad ambiental, el zinc garantiza un comportamiento estable durante décadas, sin renunciar a un aspecto noble y atemporal.

TÉCNICA, PRECISIÓN Y OFICIO

La cubierta de un vagón ferroviario presenta retos singulares: una estructura metálica curva, longitudes limitadas y una integración visual que respete la esencia del objeto original. La estructura de cubierta se ha reproducido con rastreles, aislamiento y entablado de madera de pino, logrando así una curvatura perfecta.

Las chapas de zinc se trabajan mediante el sistema tradicional de junta alzada, que asegura estanqueidad y flexibilidad, permitiendo que el material se adapte a la geometría de la cubierta sin tensiones innecesarias. Cada chapa, cada pliegue, cada fijación está previamente pensada para resistir tanto la lluvia fina como las nevadas serranas, sin sacrificar la limpieza visual. El trabajo es puramente artesanal, y aquí es determinante: el zinc no perdona errores, y su correcta instalación exige manos expertas y suma atención al detalle.

 

ELEGANCIA QUE DIALOGA CON EL PAISAJE

 

El brillo inicial del zinc, suave y metálico, irá transformándose con los años en una pátina gris mate que armoniza con la vegetación y las tonalidades terrosas del entorno. Este cambio, lejos de ser un desgaste, es parte de su belleza: cada cubierta contará su propia historia, marcada por el clima y el tiempo.

A diferencia de otros materiales, el zinc no necesita revestimientos artificiales para mantener su atractivo. Es un acabado honesto, que se muestra tal cual es y que, con el paso del tiempo, solo gana carácter.

UN FUTURO CON MEMORIA

La restauración de estos vagones no es solo una operación de arquitectura; es un ejercicio de respeto por el pasado y visión para el futuro. La cubierta de zinc natural no se limita a proteger el interior: es la pieza que unifica el proyecto, la que define su silueta y la que, silenciosamente, garantiza que estos nuevos hogares sigan respirando historia durante muchas décadas.

En este rincón de la Sierra de Madrid, el zinc ha encontrado un nuevo papel: ser la piel noble de un tren que ya no corre por raíles, pero que sigue viajando en el tiempo y deleitando a quienes, por casualidad o a propósito, se acerquen a visitarlo.

Manuel Álvarez Sández

CUBIERTAS DE CHAPA DE ZINC

 

El zinc, se utiliza  en construcción como material de cobertura desde hace muchísimos años, si bien en las últimas décadas su empleo ha sido masivo al menos en nuestro país.

Antaño, se empleaba la chapa de zinc para la cubrición de edificios muy singulares y ornamentaciones destacadas, curiosamente se observa más en ciudades portuarias, quizá por las facilidades del transporte y la importación de otras culturas.

La instalación, antiguamente era muy artesanal, las ornamentaciones eran de serie, estampados idénticos que se repetían  en la mayoría de los ornamentos incluso fuera de nuestras fronteras. Diferentes culturas arquitectónicas   han utilizado mucho el zinc en sus edificios emblemáticos, tanto para cubrirlos como para adornarlos con majestuosas cúpulas y chapiteles. Podemos contemplar algunas edificaciones muy antiguas cubiertas con chapas de zinc romboidales o de pico,  que en la actualidad están intactas, lo que viene a significar que el zinc es metal fiable.

En España, a diferencia de otros países con más cultura en la instalación, el trabajo de colocar el zinc se reservaba a los ojalateros, por aquello de que sabían estañar y contaban en sus talleres con algunas herramientas con las que podían manufacturar las chapas, generalmente alguna plegadora. El empleo principal era en canalones, bajantes y escasas cubiertas de chapiteles, miradores, fachadas o algún que otro palco ornamentado en plazas públicas.

En otros países, si podemos ver edificios muy antiguos cubiertos totalmente con zinc.

Curiosamente, en España, hasta hace unos años  hemos contado con una importante fabrica de zinc, concretamente en Lugones, la que se llamo Asturiana de zinc, allí,  se laminaba y se servía en chapas de 200×100 cm. y se sellaban con los nº 10,12 y 14,

El bum de construcción que hemos vivido, trajo consigo el empleo masivo de materiales que apenas antes se empleaban. El Zinc, sin lugar a dudas, se adapta a cualquier tipo de construcción y no deja de aportar cierta identidad asociada con la calidad. A la vez que se promocionaba  el empleo de zinc en cubiertas, empezaron a aparecer máquinas, herramientas, diferentes ofertas de acabados y accesorios, que los mismos vendedores facilitaban a los espontáneos instaladores.   La falta de oficio y escasa cultura en el conocimiento del comportamiento del metal, no tardo en dejarse notar con resultados muy negativos incluso la ruina de muchas cubiertas.

A la hora de planificar una cubierta de chapa de zinc, es conveniente tener en cuenta algunos factores,  por ejemplo: la ubicación de la edificación, su complejidad y muy importante el soporte, entendiendo este último como elemento con el que la chapa va a estar en contacto permanente. Igualmente es importante el definir bien los diversos remates y el modo de resolverlos. Partiremos de la base de que la chapa de zinc tiene muy poco grosor, tiene un coeficiente de dilatación muy alto, La dilatabilidad del zinc cambia a diferentes temperaturas.

Es de potencial negativo (-0,76) con respecto al hidrógeno, por tanto tendente a ceder electrones, por otra parte  su coeficiente de dilatación es muy alto.

Se debe de atender especialmente a procurar que las chapas gocen de libertad para moverse y su soporte sea compatible. A diferencia de lo que se suele recomendar como una cámara de ventilación efectiva, si tenemos en cuenta algunos resultados, la cámara de ventilación es de dudosa necesidad. Volvemos a insistir que es más importante que el soporte no ofrezca dudas. También se debe huir de hacer chapas demasiado largas, más recomendable es hacerlas cortas, no más allá de los 5 metros  cuidándose de que las fijaciones garanticen la movilidad. Por supuesto, los encuentros y remates, si no se pueden garantizar con pliegues, hay que utilizar estaño al 50%, jamás se deben resolver con masillas o siliconas. A ser posible la estructura ha de tener suficiente pendiente para que al menos no haya posibilidad de que quede agua estancada, pues en las zonas de estancamiento se suelen acumular residuos sólidos, estos pueden portar ácidos, a la vez que terminan siendo altamente higroscópicos y pueden provocar corrosiones en la chapa. En cubiertas que por necesidad tengan poca pendiente,se debe procurar alguna limpieza, máxime si hay vegetación arbórea cercana.

La chapa de zinc, en la actualidad, se sirve mayormente en bobinas de diferentes tonelajes, también de diferentes grosores y acabados. Con esto tenemos suficiente para proyectar el tipo de cubierta de que se nos antoje. Importante tener en cuenta que los diferentes acabados son solo  superficiales de la chapa que en teoría se van a ir degradando en el tiempo, si bien ofrecen a priori una perspectiva diferente. Si tomamos como base la chapa de zinc de acabado natural, nos referimos a metal de color plateado muy brillante, que se va a ir transformando, en su parte vista,  a consecuencia de la combinación con el  aire húmedo de la atmósfera renovada, va a ir creando una capa de carbonato básico e hidróxido, lo que tradicionalmente se llama pátina, ella va  a proteger la chapa, su color termina en un gris opaco, entendiéndolo como oscuro y sombrío.

Si tenemos en cuenta que la reacción del zinc  a la intemperie es inevitable y a la vez necesaria, pues el recubrimiento de la capa de carbonato va a ser homogénea protegiendo toda la superficie y así  a evitar las posibles agresiones atmosféricas u otras. Es de entender que la degradación de las capas de acabado no van a ser homogéneas, por tanto nos sería fácil deducir que en aquellos puntos en los que vaya quedando el zinc limpio, se van a producir la típica reacción soltando a la vez hidróxido, pero el punto que reacciona no se va a ver favorecido por otras aportaciones lo que significa que se va a ir perdiendo materia sin compensación y ello podría provocar alguna picadura, aunque esto no esté científicamente comprobado, si vemos que  los pre-patinados son más proclives a reacciones dudosas.

El SOPORTE

El soporte tiene una importancia vital para la ulterior vida del zinc, se vienen manteniendo una serie de teorías respecto al comportamiento interior de la chapa de zinc y se da como solución más fiable la de procurar una mal llamada cámara de ventilación, se suele aconsejar una lámina alveolar, con su propio nombre comercial. Por el simple hecho de dotar la parte interior de esta lamina parece ser que queda todo resuelto, pero la realidad es, en muchos casos, bien distinta, pues vamos encontrando cubiertas con corrosiones importantes y en su mayoría están dotadas de este sistema de lámina intermedia. Nuestra opinión es que estas láminas sirven únicamente para separar la chapa del soporte que generalmente suele ser tablero aglomerado. Pues es bien sabido que los tableros portan un PH muy alto en acidez y ello termina repercutiendo en la chapa si hay algún tipo de comunicación acuosa, pues ella terminará haciendo de electrolito y se formara una pila entre el tablero y la chapa, cediendo electrones el zinc y quedando con carga positiva, a la postre corrosión garantizada.

Nuestras recomendación es procurar un soporte a base de tablas de madera de pino, sabido es, por estar así demostrado, que la madera de pino esta con un PH entre 5 y 7, por ello es perfectamente compatible y se puede poner el zinc directamente sobre ella, si conviene que la tabla  este un poco separada para favorecer el paso de corrientes de aire. Se está observando que aunque se produzcan condensaciones no afectan negativamente al zinc. Sin duda que el soporte de tabla puede resultar un poco más costoso que el tablero, pero el resultado justifica con creces la diferencia de precio que pueda haber. La formula más recomendable es instalar rastreles de madera en el mimo sentido de las pendientes, estos rastreles de 40 x 30 mm.  fijados al soporte estructural, bien sea hormigón, o incluso tableros tipo sándwich, llevarán una separación entre 35 y 50 cm. Posteriormente y en sentido perpendicular se realizará el entablado con tablas de no más de 15 cm. de ancho por 22 mm. de grueso, clavadas convenientemente de tal forma que las cabezas de las puntas queden incrustadas  y separadas las tablas entre si  no más de 20 mm. De esta forma quedara garantida una cámara de aire. Se debe de tener en cuenta, que el zinc no debe de estar en contacto con otros metales, ejemplo el hierro y a ser posible se debe de evitar que reciba aguas procedentes de otros metales, pues ellas pueden transportar iones y repercutir negativamente en la chapa.

LA INSTALACIÓN

Elegiremos un grosor de chapa no exagerado, pero si abundante, se suele comercializar en muchos espesores , podemos citar  0,5, 0,65, 0,7, 0,8, 1 mm. …. 0,7 mm. puede servirnos. De aquí podemos calcular el peso por m/2 que se despejara multiplicando el espesor por la densidad. A ello le añadiremos un porcentaje dependiendo de la complejidad de la  cubierta, generalmente se viene aplicando un 25%. Si es junta de listón se puede incrementar un 5%.

La chapa de zinc para cubiertas viene regularizada, puede conducirnos a engaño algunos añadidos tales como “aleado al cobre titanio”. Lo que muchos dan en llamarlo zinc titanio, la realidad es que estos aportes en la fundición son ínfimos y lo vemos más como una cuestión de marketing. Si nos hemos percatado que no todos los fabricantes presentan la chapa con la misma textura de la misma forma que el comportamiento a la hora de irse creando la pátina no es igual en todos. Aunque en términos generales podríamos confiar en que el zinc que está en el mercado es   perfectamente apto.

Los sistemas de instalación se mueven entra la junta alzada o la junta de listón. En raras y especiales ocasiones se utiliza también la junta plana.  Ofrece cada una de ellas un aspecto muy diferenciado. Tengamos en cuenta que la junta de listón va a presentar un volumen de unos 6 cm. aproximadamente y la junta alzada  2. La junta plana se eleva 1cm. por la anchura que se le quiera dar.

 

 

La junta de listón, se llama así por llevar un rastrel de madera de 40 x 40 mm,  al que llegarán las chapas a ambos lados  plegadas en ángulo recto y posteriormente  se cubrirá el rastrel con una capota en forma de U   invertida abrazando los pliegues, el rastrel servirá a la vez para soportar las pletinas de fijación   que garantizarán el libre movimiento de las chapas. Este tipo de instalación fue el más empleado antaño. Pues era el más cómodo de trabajar con la maquinaria de la época, bastaba con una simple plegadora para hacer toda la manufacturación. Podríamos añadir que la chapa no sufría prácticamente nada en los plegados y quedaba intacta sin resquebrajamientos microscópicos, en definitiva, que podíamos dar como más fiable y duradera la instalación por el sistema de junta de listón.

La junta alzada, es la más extendida, la chapa se manufactura en   máquinas  especiales que por un sistema de rodillos la van moldeando a ambos lados de tal forma que posteriormente se pueden ir uniendo unas chapas con otras para terminar  “engatillandolas” las fijaciones se hacen con grapas que pueden ser fijas o móviles, las móviles permiten el movimiento de las chapas. Este tipo de instalación es mucho más cómoda rápida, a la vez conlleva menos material que la otra citada. Se debe tener especial cuidado a la hora de perfilar, la máquina debe de estar bien ajustada para que la chapa no sufra al irse doblando a la vez también hay que procurar que haya una temperatura más bien elevada , el mismo cuidado, en cuanto a la temperatura habrá que tener cuando se trabaje la instalación y sobre todo cuando nos dispongamos a hacer los engatillados, una temperatura baja puede facilitar la rotura del zinc. El factor temperatura, se debe de tener en cuenta sea cual sea el tipo de instalación. En épocas de invierno, cuando es necesario hacer pliegues, se suele ir calentando previamente la chapa.

La junta plana se suele utilizar para cubriciones muy especificas, de muros, aleros, techos  u otras en las que no conlleven mucho o ningún  riesgo, pues no son tan seguras como cualquiera de las otras.

Ni que decir tiene que en cualquier tipo de instalación que dispongamos hacer, se debe   procurar que las chapas gocen de plena libertad para moverse, no han de estar en contacto con otros elementos metálicos o propios de construcción, se debe de aportar algún separador, ejemplo papel de estraza,  e incluso, ante la duda aplicar  una mano de minio de plomo. Laminas de zinc, aplicadas directamente sobe ladrillos  que contengan al menos 1,4% de sales solubles en tiempo húmedo  inmediatamente se corroen, lo que se puede evitar aislando con una capa de fieltro.

Los remates han de resolverse   mediante pliegues, engafetados u  otros que garanticen la estanqueidad y por supuesto no ofrezcan riesgo de resquebrajarse. Ante la duda se puede acudir al estañado de uniones. Nunca se acudirá a resolver uniones mediante remaches, masillas o siliconas. Cualquier oficial ha de gozar de destreza y habilidad suficiente para resolver los remates debidamente con el propio material, para ello hay herramientas especiales que permiten hacer cualquier tipo de trabajo complicado con las máximas garantías.

LOS CANALONES

Especial importancia tienen los canalones en una cubierta. Creemos que por motivos estéticos, se tiende a proyectar canalones interiores,   lo que lleva implícito  asumir un importante riesgo, pues cualquier fuga va a repercutir directamente en el interior y se termina sabiendo cuando el agua se hace visible y a traspasado todo el soporte, muchas veces las fugas son ínfimas y cuando se ve la humedad ya ocasionado el gran desastre en el soporte,. Por eso hay que poner especial empeño a la hora A la hora de instalar canalones hay que poner especial empeño d máxime si son interiores o de pesebre como vulgarmente se les suele llamar.

 

El soporte del canalón ha de ser exactamente igual al que lleve el resto de la cubierta y a poder ser dotarlo de algún  elemento aislante, pues se suelen producir fuertes condensaciones. La base,  debería de ser semicircular y siempre con pendientes suficientes hacia las bajantes. Las bajantes que han de calcularse con respecto a la superficie de cubierta, entre ellas hay que hacen juntas de dilatación, si puede ser no más lejanas de 6 metros. Por comodidad, se han empleado y aún se emplean juntas de dilatación de neopreno, que consisten en una banda que embebe a ambos lados una chapa de zinc que posteriormente se suelda a las chapas de canalón, esta banda permite los movimientos de las chapas, pero hemos comprobado que no son eficaces, pues terminan rompiéndose, de modo que lo mejor es acudir al sistema tradicional que consiste en: soldar los cabezales de la chapa de canalón, dejarlos separados y cubrirlos con una posterior capota, para esto ha de haber pendiente suficiente para que el agua no se estanque. Pero de poco sirve todo esto si no atendemos a dejar holgura suficiente para que se pueda mover la chapa y a la vez no fijamos debidamente de tal forma que las chapas puedan moverse con absoluta libertad. No es raro ver canalones clavados  en vez de estañados, remachados en las uniones y con una capa de silicona.

Las uniones han de estañarse siempre con estaño al 50%.. Solemos recomendar que se hagan unos aliviaderos, que servirán para en caso de obstrucción de las bajantes el agua pueda salir libremente al exterior, pues de lo contrario entraría hacia el interior.

CANALONES COLGADOS

Respecto a los canalones colgados, pueden ser de sección redonda o cuadrada de desarrollo variables, no deberían de exceder de 35 cm. Generalmente son más estables los de sección redonda, pues no acusan tanto las deformaciones y conducen mejor el agua hasta las bajantes.

Se suelen servir en piezas de 2 metros que se irán uniendo con estaño, aunque no es raro verlos unidos con silicona, lo cual nunca se debería hacer. Hay que procurar sus juntas de dilatación, a poder ser no más lejanas de 12 metros, con lo cual entendemos que verterán tramos dos tramos de 6 metros a la misma bajante. Las juntas de deben resolver de la misma forma descrita  para los canalones de pesebre. Estos canalones van soportados por unas palomillas que describen la misma figura del canalón y van fijadas al alero, han de ser suficiente rígidas y no quedar demasiado distanciadas, 50 cm. sería lo ideal. Para resolver las esquinas, juntas de dilatación, y bajantes, existen piezas normalizadas que evitan las soldaduras en obra permitiendo así mayor agilidad en la instalación, respecto a las conexiones de bajantes, igualmente existen embocaduras especiales que evitan tener que soldar los tubos directamente contra el canalón a la vez de que permiten una mejor evacuación.

BAJANTES

Las bajantes vienen normalizadas de fábrica, de sección redonda o cuadrada, se sirven en piezas de dos o tres metros , unidas longitudinalmente mediante engatillado o electrosoldadura, son  diferentes secciones, las más empleadas son de 80 o 100 mm. han de ir acordes con la sección del canalón que empleemos. Es recomendable en la parte más cercana al canalón poner una cazoleta que a parte de ser un elemento decorativo, sirve mayormente para que en caso de atascamiento el agua se despeje por ella. En la instalación, las bajantes se embocan unas en otras y se fijan fijar a los paramentos verticales mediante abrazaderas. Es conveniente no apretarlas demasiado para que puedan moverse en caso de dilataciones.

REPARACIONES

REPARACIÓN DE CUBIERTAS DE ZINC.

¿Cuál es la causa que obliga a las reparaciones?

En teoría, una cubierta de zinc no tendría que ocasionar ningún problema y por tanto no requerir de reparaciones, pero   la realidad es bien distinta. Nadie se supone a priori, que una cubierta de chapa de zinc llegue a tener filtraciones de agua suponiéndola como funcional en el tiempo.

Concebimos el material como un material noble y duradero, que además da un aspecto singular y de carácter a cualquier edificación. Por otra parte,  hay una variada oferta de acabados que,  se amoldan a las necesidades estéticas más exigentes imaginables por cualquier facultativo de la construcción que quiera dar una nota añadida de singularidad a sus obras. ¿ pero, que está ocurriendo?.

Con el paso del tiempo,  vamos asistiendo a ritmos cada vez más agigantados a la vista de cubiertas que están dando serios problemas de agrietamientos y de corrosiones. Ello requiere de un análisis en profundidad para averiguar las principales causas y así poder llegar a remedios eficaces. Lamentablemente muchas veces se llega tarde y la solución conlleva únicamente al desmontaje integral de la cubierta y su soporte.

El zinc, está perfectamente concebido para su utilización como material de cubrición y así lo demuestran infinidad de obras realizadas por todo el mundo. Son conocidas cubiertas muy longevas y sin acusar más problemas que los típicos de cualquier cubierta, quizá que por falta de mantenimiento haya engroses de elementos sólidos sobre la cubierta o en los canalones, algún ínfimo fallo en remates complicados.

Tenemos que diferenciar esos resultados negativos provenientes de causas típicas de otros más preocupantes como pueden ser las corrosiones.

Aún en la actualidad se están resolviendo algunos remates con siliconas o masillas y sabido es que eso no funciona en el tiempo. Los remates han de hacerse con plegados o soldándolos con estaño al  50%, atendiendo siempre a las posibles dilataciones y también a un buen oficio que sepa de soldadura, pues para este tipo de .practicas hay que disponer de un buen oficio desayunado en pericia.

Vemos con frecuencia Canalones unidos con elementos sintéticos al igual que juntas de dilatación resueltas con materiales de caucho o neopreno. Estos, por lo que hemos visto en algunas zonas tienen una vida limitada no más allá de los 6 años, parecido ocurre con las juntas resueltas con sellados. Aunque también nos encontramos con soldaduras de estaño reventadas. En el primer caso, ya sabemos que las soluciones con elementos sintéticos no son las óptimas ni van acordes con la durabilidad de la chapa de zinc. En el segundo caso, cuando el estaño revienta es causa de déficit en la aplicación.

Cuando se acomete una reparación de esos elementos que no funcionan hay que recurrir a tratarlos como si fuese de origen, es decir, eliminar   los elementos que no funcionan, sanear las zonas afectada y empezar de nuevo con plegados o estañados   cueste lo que cueste, lo que nunca se debería de hacer es parchear sobre lo hecho, pues así lo único que conseguimos es agravar el problema. Pongamos un ejemplo acompañado de imágenes. Si en un canalón no funcionan las juntas selladas, eliminamos los sellados, limpiamos y soldamos debidamente y así tendremos el problema resuelto. No se debe acudir a otros elementos y claro que si se puede estañar, de no poder hacerlo se sustituye la parte afectada y se hace de nuevo. Lo mismo ocurre con los agrietamientos en las chapas. Hartos estamos de ver como se cubren con telas o pinturas, no estamos en desacuerdo con estos materiales, pero sirven para lo que sirven, no para solucionar definitivamente problemas sobre la superficie de la chapa de zinc.

Mención muy distinta meren las corrosiones de la chapa. Este asunto nos trae de cabeza, pues para entendernos, se trata de que la chapa de zinc se va descomponiendo. No vemos que muchos se atrevan a hablar de este fenómeno tan frecuente. Asistimos  en diferentes puntos de nuestra geografía a demasiadas cubiertas que acusan este fenómeno y vemos también que nadie se atreve a hablar de él. La corrosión de la chapa de zinc es el principal problema de ruina de muchas cubiertas. Ya lo hemos comentado al principio, la chapa de zinc no debería dar ni el más mínimo problema, eso sí, trabajándola en unas condiciones determinadas.

Cuando ocurre este fenómeno, ya demasiado extendido, nadie se pone de acuerdo en cual es la causa, pero la hay, claro que la hay. Lo llamativo es que la mayoría de las corrosiones, al menos las que nosotros hemos observado, son de interior a exterior. Entendemos que esto no debería de suceder cuando multitud de instaladores han seguido a pies juntos las recomendaciones de vendedores los que auguraban que con una cámara de ventilación estaba todo resuelto. Claro que sí, intermediando una lámina magistral entre tableros y chapa no habría problemas, pero el resultado es exageradamente distinto y eso se ve. ¿Cual es pues la causa? Y por otro lado ¿cabe solución a estos problemas?

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Manuel Álvarez.